“Quién dice ¿no? Quizás además de figurar en un libro, yo también escriba uno”, comenta Darío Gasco. Deportista, biker, múltiple medallista, licenciado en Nutrición, el concepcionense es todo eso, en ese orden. “Cómo viví el crecimiento personal y deportivo en mi carrera” sería la temática que tocaría Gasco, uno de los atletas que forman parte del libro “100 ídolos del deporte tucumano”, del periodista Víctor Lupo. Pero “El Mono” reconoció que tiene un problema. “No tengo ‘uña para el guitarreo’ como para un libro”, reveló.
Es difícil pensar, repasando su carrera, que tenga que apelar a recursos literarios “extras” para hacer atractiva su historia. Ya se puede hacer un anticipo de lo que podría ser uno de los capítulos más interesantes, divertidos y curiosos del libro: la medalla de bronce Panamericana que obtuvo en Río de Janeiro con una bicicleta prestada.
“No sabés el quilombo (sic) que me mandé en la aerolínea”, recordó Gasco sobre aquellos días de 2007. La situación en el mostrador de British Airways en Ezeiza se puso difícil porque al concepcionense le habían extraviado la bicicleta con la que en pocos días debía representar al país en la prueba de mountain bike.
“Al viaje lo empecé en España (NdR: corría para un equipo de ese país). El trayecto fue Londres-Buenos Aires / Buenos Aires-Río. En Buenos Aires la bici no apareció. Había unas ocho horas para conseguir una bicicleta. La musiquita de ‘Misión imposible’ me sonaba de fondo”, relató entre risas el Tom Cruise de la historia. Como el actor en la popular película de acción, Gasco tenía un grupo de personas que estaban ayudándolo a solucionar la situación crítica. “La aerolínea estaba siendo presionada por tres puntos: la Federación Argentina, el equipo con el que yo corría en España y mi ‘vieja’”, contó.
Mientras tanto, Darío llamaba y llamaba para conseguir una bicicleta, porque el riesgo de embarcarse hacia Brasil con la probabilidad de que la suya de mountain bike apareciera antes de la competencia era muy baja. “El año anterior había estado corriendo para Zenith y un biker del equipo me hizo el contacto con Florencia Gorchs”, explicó sobre la resolución de la misión imposible.
Ya en Brasil, Gasco tuvo que hacerle pocas modificaciones -según recordó- a la nueva compañera. La bici de Gorchs tenía características muy parecidas a la de marca española que él usaba y que, en ese instante, andaba en alguna parte del mundo. “Yo soy maniático con el manubrio y su altura”, apunta Gasco sobre una de las partes que modificó. “La palanquita del freno y el cambio tienen que estar también a cierta altura. Tengo una mano relativamente ancha y, como era una bici de mujer, todo estaba más comprimido, así que eso también lo modifiqué. Y le puse ‘cuernitos’”, completó la lista de cambios sobre la máquina que además no era de carbono, sino de aluminio, varios gramos más pesada y también menos maniobrable.
Con o sin su bicicleta, Gasco no se apartó del objetivo. “Seguía pensando en un podio. Sabía que iba a ser difícil porque era categoría Elite. Yo era chico, tenía 20 años y había corredores cinco o seis años más grandes”, detalló el biker que durante toda su carrera se animó a convivir voluntariamente con esa particularidad de la diferencia de edad. Son pocos los deportistas que pueden hacerlo con éxito.
Gasco se lanzó al circuito que estaba marcado en un morro de las afuera de Río de Janeiro. “Tengo dos recuerdos: la carrera fue bastante larga y agobiante por la humedad y el calor. Pero estaba acostumbrado a eso porque en Tucumán me entrenaba en condiciones similares antes de irme a Europa”, afirmó.
“Es difícil predecir qué hubiese pasado si tenía mi bici. Lo que sí rescato es que en las adversidades yo crecía, nunca me tiraba para abajo. No tener mi bici me potenciaba, me ponía loco y lo traducía en más energía. Pienso que porque desde chico me acostumbré a viajar solo por el mundo y tenía que sacar lo bueno de las adversidades”, se autoanalizó el ganador del premio LA GACETA al Deportista del Año en 2005.
“Fue como en una pelea de boxeo”, siguió recordando sobre la carrera. “Cuando ves que el rival está tambaleando, es el momento de golpearlo y pum, nocaut”, se explayó. “Me acuerdo de que venía disputando la medalla con un mexicano, ‘Nacho’ Torres. Veo que en una de las subidas duras suelta una mano y se toca detrás de una pierna, lo que es signo de calambre. Yo sólo atiné a acelerar”, describió el biker que, en menor medida, también estaba acalambrado.
La medalla que obtuvo hace 13 años además fue la primera para el país en aquellos Juegos Panamericanos, detalle ideal para hallar la bicicleta. “Empiezo a salir en todos los medios y le sigo metiendo presión a la aerolínea porque no tenía novedad”, indicó Gasco que no quería, pese a no ser el culpable, defraudar al equipo español y regresar sin el rodado. La cuestión es que British Airways encontró la bicicleta. “A la semana siguiente volví a viajar con la selección a Suiza y con la misma aerolínea. Cuando me presento en el mostrador me dan un reconocimiento por la medalla, me indemnizan y nos cambian de clase a toda la Selección para que el vuelo sea más placentero. Me preguntaban si tenía un traje y yo les digo: ‘¿para qué? ¿Para que viaje en primera?’ Les dije que viajaba siempre de alpino y zapatillas, lo más cómodo que hay. Si no me mandaban a mí solo a primera, pero como no cumplía con ese requisito nos mandaron a una clase mejor a todo el grupo. Los otros, chochos”, completó la anécdota que deja en claro que no necesitará “uña para el guitarreo” si decide escribir un libro. “Será cuando deje de correr de manera profesional. Yo me siento mejor que nunca y no sé si tres o cuatro años más creo que seguiré corriendo”, avisó Gasco. Así que habrá que esperar por más historias de “El Mono”.